¡Uno habla porque simplemente tiene boca!
Frase célebre que de niño siempre escuché,
pero hoy de grande, lo veo mejor que antes…
De impunidad intachable,
de error ignorante,
de delito condenable,
el dinero no pudo salvarle,
porque no existía en sus bolsillos
ni en el de los suyos…
¡Nadie lo salvó!
Condenado, engañado,
aniquilado por su ignorancia y por su mediocridad;
perdió la batalla con gran soberbia…
Se aprovecharon de su cerrado mundo
y lo embistieron como lobos,
exigiendo dinero que no tenía sí no trabajaba…
dinero que no entraba a casa… sí él no estaba…
Estafaron a su familia
los saqueadores del dolor…
Tres años, tres años purgó,
mártir de la impotencia,
mártir de la falta de poder
para no dejarse hundir más
por alguien que sí pudo pagar…
En su impotencia, en su debilidad
sólo pudo que mirar como el menor se volvió mayor…
cómo asumió responsabilidades que no le tocaba…
y miró que así lo mismo le pasó a él…
Él tuvo que ayudar a su madre,
en todo lo que podía como hombre,
hasta antes de hundirse…
Ahora está de vuelta a esta sociedad
y escapa de la realidad, se escapa de ese camino,
de esa marca del reloj, gracias al descuido de algunos,
gracias a la falta del maldito dios de hoy,
ese que tiene el poder para hacer todo en este sistema,
un sistemas para beneficios de sus poseedores...
Y hoy escapa de la realidad, escapa entre máquinas,
entre descuido de su persona y de su familia,
entre esperanzas muertas, entre vacío y nada,
entre la fe de encontrar el poder,
ese poder que no encontró antes de purgar sin clemencia,
sin ser lo que decían que era…
Sufre humillación del resto,
de aquellos que abren la boca para hablar sin saber bien las cosas,
de los que no saben que existe inocencia culpada,
simplemente porque no han vivido en carne propia, su experiencia…
Por eso, aquellos que culpan sin saber la verdad
no son más que ignorantes del sistema, títeres de la vida
que defienden su deficiencia
porque no saben pedir perdón a quien necesita ese alivio
sólo para sentirse parte de este mundo,
Y en este mundo hay vida,
hay verdad
y una es que el sistema no pide perdón,
siempre busca ocultar su error,
ese mismo error que a otros vuelve culpables de lo que no son…
Y él, ahora, entre el silencio y vacío,
vive un dolor que no debería ser suyo...
y lo vive con cada grito,
con cada humillación,
con cada desprecio,
con cada cosa mala que vive día a día…
y todo gracias a una falsa acusación…
No tiene planes futuros… ni deseos,
apenas muy en el fondo de su corazón tiene esperanzas,
porque ahí están sus fuerzas muertas para luchar,
esperando resucitar para dar cariño y amor a los suyos…
Pero es tan grande el dolor,
tan profunda la herida
y más cuando la sociedad lo apuñala, cada día,
hasta el punto de dejarle sin saber ¿qué hacer con su vida?
Él está sin esperanzas, sin salir de su condena, sin luchar
contra toda su tristeza, contra todo su dolor…
y todo gracias a un maldito sistema,
ese que no funciona cuando falta el poder llamado dinero…
Ver su realidad tan de cerca
es tan duro, es tan frío… que hasta un corazón de piedra
podría ver la invitación que hay en sus lágrimas,
en su impotencia, en su dolor…
porque hay cosas en la vida que no son como se dicen…
por eso, no hay que hablar sólo porque se tiene boca
sólo porque nos da la gana,
sólo porque otros simplemente así lo dicen…
no podemos seguir siendo parte de un sistema
que apuñala cruelmente a las personas,
tan cruel que causa un gran dolor,
un dolor capaz de destruir a un pobre inocente culpado…
Por eso, grito y grito, es tiempo de cambiar,
es tiempo de hacer que prime la verdad,
es tiempo de luchar contra la injusticia,
es tiempo de mejorar…
y… ¿tú qué harás?
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